Monday, September 25, 2006

DIA 5 780km Thunder Bay - Ontario

Con el ánimo de descansar por una noche del ajetreo del camping decido pasar la noche en un hostal muy recomendado por mi guía turística. Apenas llego me recibe una angelical señora de edad que apenas tiene tiempo de entregarme la llave pues va de salida hacia la ciudad. Me dice que estoy en mi casa, que haga lo que quiera. Todas las puertas están abiertas y he quedado encargado del hostal.

Un rato después llega un man quien dice ser un vecino con una camioneta cargada de manzanas recién recolectadas y me dice si puede dejar algunas pues tiene miedo de perderlas. El sabe que a este lugar llega mucha gente (por lo general varada y hambrienta) y piensa que tal vez las podamos usar.

Esta primera muestra de la amabilidad innata del canadiense de campo, generoso y hospitalario hasta el extremo.

Pato a la naranja

Los rayos del sol de la mañana rebotaban sobre el borde tranquilo del lago. El viento frío que comenzaba a llegar del norte y que tocaba sus plumas brillantes presagiaba la llegada de la nueva estación.

La carrera grácil sobre el agua, el aleteo cadencioso de esas alas livianas pero portentosas y ese elevarse sobre el agua despacio sobre las olas mañaneras del lago eran un espectáculo silencioso que los vecinos del lago solían admirar extasiados.

Este ejemplar imponente era el líder natural del grupo y había sobrevivido un número incontable de migraciones al sur. En la manada se rumoraba que hasta se había escapado de manera milagrosa de la masacre por envenenamiento que había cobrado la vida de miles de patos en un país remoto de Suramérica hace tiempos. Era un superviviente en todo el sentido de la palabra y su vuelo enérgico era una fuente de respeto y admiración entre los patos más jóvenes.

De repente se elevó con toda la gracia de la especie sobre el lago de aguas frías, empezando a tomar altura en un largo y paciente impulso, atravesando la cinta asfáltica que dividía el lago en dos, sintiendo en su pequeño y delicado rostro el viento contrario, extendiendo sus alas enormes sobre la extens¡BUMP!

¡Mierda!

¿Qué fue eso? ¿Un pato? Que susto más verraco, menos mal no le pasó nada al vidrio, a esta velocidad -100km/h- semejante golpe lo hubiera podido romper. Que cagada, mi primer roadkill (buena palabra del inglés ésta, traducible algo así como “muerto de carretera”). Espero que sea el único.

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