Friday, October 26, 2007

Se metieron los cacos

Interrumpo las patéticas aventuras en Colombia para echarle la madre a Michael Moore por manipulador y mentiroso. En la película Bowling for Columbine le dedica una buena sección a alabar los bajos niveles de crímenes en Canadá y el hecho de que la gente no asegura las puertas de sus casas. Esto como es obvio es falso pero me sirve de introducción para contar algo que me ocurrió ayer:

Al levantarme para ir a mi segundo día del nuevo trabajo me di cuenta que no encontraba las llaves del carro ni de la casa, al parecer las había dejado en el bolsillo de una chaqueta que no aparecía por ninguna parte. Busqué y busqué y ya vencido tomé las llaves de repuesto. Salí por el carro que dejo siempre en el jardín de atrás de la casa y casi me voy de jopo al no encontrarlo en su sitio.

Asumí que se lo habían robado y comencé a marcarle a la policía mientras caminaba hacia el frente de la casa. Mi sorpresa fue enorme al encontrarlo malamente parqueado en la calle del frente justo al frente de un hidrante. Mientras le contaba la historia a la operaria del 911 lo revisé por dentro y por fuera y comprobé que se habían robado mi ipod, un GPS y un transmisor FM y debajo del asiento del conductor habían olvidado una cachucha de béisbol azul.

En ese momento pensé en la casa pues solo podían haber tomado las llaves allí. Con algo de temor entré y empecé a recorrer cada cuarto, primero en la sala vi que hacían falta 2 botellas: 1 de Absinthe y 1 de tequila “Corralejo”. Fui hacia el cuarto en donde tengo instalados unos equipos para mezclar música y vi que se habían robado unas cámaras de 35mm que tenía, unos tenis Puma negros, un par de chaquetas y una funda en la que guardaba todas mis tarjetas y cuestiones de identificación Colombianas y algunos euros.

El robo de la ropa me hizo pensar de una en los vagos que de vez en cuando se traban en el parque de al lado y mientras llegaba la policía fui a investigar. Para mi suerte encontré tirado bajo un arbusto el maletín en donde estaban las cámaras, seguía mi búsqueda cuando llego un policía en un carro. Le expliqué lo que había ocurrido, inspeccionó el carro y después entró a mi casa tomando apuntes. Lo primero que notó fue el bien nutrido bar, le expliqué la pérdida de las botellas sentado en la mesa del comedor en la cual había un ejemplar de la revista Vice abierto justo en la pagina en donde se veía el un torso desnudo de una vieja. Me miraba con algo de desconfianza hasta que en un momento me preguntó:

“¿No será que anoche se le fue la mano en los tragos y ya no se acuerda de lo que paso? A mi todo esto me parece muy extraño.”

No sé si estaba tratando de ser chistoso pero la vaina no me cayó en gracia. Siguió inspeccionado, llené una declaración y al final me dijo lo que no había mucho por hacer, que no tenían recursos etc. El discurso estándar de la policia en todas partes del mundo.

Robar a un colombiano es de pronto una manera en la que se reestablece el orden del universo. Tal vez los manes que me chalequaron ganaron puntos de karma positivo a costillas mías. Que me vengan a robar acá en Calgary es de una ironía muy verraca. Yo que tomaba pola en la antigua calle del Cartucho (1.988), que recorría la calle 19 de Bogota desde la 4ª hasta la Caracas a la 1:00 de la mañana sin que me pasara nunca nimier, que oso!

La verdad las pérdidas materiales fueron mínimas y no entiendo que hicieron con el carro, lo único medio friqueante es que se metieron mientras yo estaba dormido y ya le perdí toda la confianza a esta casa. Esta noche la voy a pasar acuartelado en mi cuarto con todas las luces prendidas y con un asiento contra la puerta, menos mal me voy a trastear pronto a Edmonton. Lástima que jodan tanto para vender armas acá en Canadá, por ahora me toca conformarme con esto como mecanismo de defensa y de todas maneras mandamos cambiar todas las chapas:

A los pocos amigos que tengo en Calgary les recomiendo que si ven a alguien con unos tenis Puma de Fútbol negros, con una chaqueta verde y tratando de comprar maricadas con una tarjeta arrugada del Club de Amigos de la Naturaleza por favor me avisen.

Monday, October 22, 2007

DIA 4 – Viaje a Colombia

Hoy como encontré a Alfonsina bastante desanimada y aun bajo el impacto del combate de ayer, decidí salir a hacer mis correrías usando los medios de transporte, lo confieso algo miedosos, que los locales suelen usar.

El capitán del navío me recibió no sin grosería y después de equivocarme dos veces en la paga me dejó al fin abordar. Me instalé en la parte trasera desde podía observar de manera privilegiada el espectáculo de la ciudad ajena moviéndose por entre las ventanas. En medio de la ensoñación que me producían el zumbido de la máquina y ciertos vapores de queroseno un grito me devolvió a la realidad y noté a una graciosa niña que de manera furtiva se había encaramado a la nave en movimiento.

Anunciaba a todos los pasajeros y con todo el vigor que su joven voz le permitía, un trato en el que habrían de cambiarse algunas monedas por un delicado paquete que parecía contener un caramelo. Me hice a uno de ellos y examiné con detalle la fina empaquetadura. Cierto olor me hizo pensar que tendría propiedades mágicas y lo guardé para disfrutarlo al caer la noche en la seguridad de la posada:

Algo logré hoy en mi búsqueda, un comerciante de pájaros que encontré en un apeadero me dio los primeros indicios de Eos. Me tocó comprar uno de los pobres avechuchos (al que le di libertad de manera inmediata) para que soltara la información pero obtuve lo que quería.

Daniel Barragán

Saturday, October 20, 2007

DIA 3 – Viaje a Colombia

Me levanté con la testa aun dando vueltas a causa las infusiones infernales ingeridas el día anterior y salí de afán a recorrer la ciudad dispuesto a recuperar el tiempo perdido. Dejé que Alfonsina dirigiera la ruta pues noté que conocía muy bien las calles estrechas de la zona antigua de la ciudad.

Cada tanto nos deteníamos a indagar por el paradero del Iluminado, cosa que descubrí rápidamente no seria fácil pues mis indicios eran tenues: sabia que se hacia llamar “Eos el Milagroso”, que tenía los ojos zarcos y que prestaba sus servicios en una de las tantas ferias que por esta época del año invadían la villa.

Al cabo de andar algunas leguas llegamos a un descampado en el cual se llevaba a cabo una extraña ceremonia de premiación de algunas justas. Había una gran multitud de personas de los más variados linajes, algunos congratulaban y vitoreaban a los triunfadores pero los más se agolpaban alrededor de un misterioso carruaje que distribuía una exótica bebida al parecer de gran valía. Las gentes se empujaban, se insultaban, se codeaban para lograr obtener una de las apetecidas copas. Confirmé lo que un amigo me había dicho antes y es el apego profundo que se le tiene acá a las cuestiones que se reciben sin cargo alguno.

Contemplaba extasiado el ajetreo y las luchas por conseguir el preciado (y gratuito) brebaje cuando un griterío distrajo mi atención. Noté con horror que en una zona descubierta de la plaza un pequeño crío que se había alejado de sus padres se debatía contra el ataque furioso de una nube de ratas voladoras ante la mirada impotente de sus progenitores.

Lancé a Alfonsina en un galope furibundo y batiendo a diestra y siniestra un bastón que portaba logramos espantar la jauría de pájaros hambrientos. Salimos rasguñados y maltrechos pero triunfantes; los padres con lágrimas de agradecimiento en los ojos se lanzaron a abrazarme y me ofrecieron aun caliente el bebedizo por el cual se habían debatido tanto. Lo empujé en dos tragadas y me sentí inmediatamente aliviado de las heridas y raspaduras y lleno de inesperadas energías.

Este incidente no dejó de impactarme y recordé con fruición los intentos heroicos que se han hecho por liberar a la ciudad de esta voladora plaga infame. Me cogió la noche en esta función y volvimos a la posada de nuevo con las manos vacías.

Daniel Barragán

Thursday, October 18, 2007

DIA 2 – Viaje a Colombia

Como dije ayer, al final del día encontré una posada atendida por una portentosa amazona con la cual trabé una amistad inmediata. Me senté a la barra y entablamos una charla sobre improbables aguas milagrosas animada por sorbos de una bebida alcohólica que los locales llaman con justeza “Agua de Fuego” debido al ardor que produce al deglutirla.

Al despedirnos me convidó a una ceremonia familiar que tendría lugar al día siguiente en la residencia adosada a la hospedería. Me levanté más bien tarde a causa del agotamiento de la jornada anterior, verifiqué que Alfonsina estuviese bien atendida en los corrales y me dirigí, ya cercano el sol de su ápex, a la mencionada reunión.

Estaban reunidos sus familiares y amigos cercanos a quienes fui introducido como “el valeroso viajero del Norte” y nos sentamos a manteles. Para mi extrañeza no encontré en el plato las proverbiales carnes de origen animal de todo tipo que suelen consumirse en estas latitudes sino un extraño brebaje, mezcla de aves y raíces desconocidas para mí, llamado “Axiaco” que para mi sorpresa sabía muy bien.

Ya terminada la cena pasamos a celebrar un ritual iniciático de lo más curioso y que le abre al visitante las puertas de la amistad de estas generosas gentes y que se llama “la Carga de los Bebés”. Había una angelical criatura nacida hace algunos meses y sus afortunados padres me la entregaron para que yo la alzara. La recibí con algo de temor pues es conocida su fragilidad, pero noté con alegría (y el no menos notorio respiro de alivio de los progenitores) que no me tenía miedo. Al sostener el delicado cuerpo entre mis brazos sentí una mezcla de alegría y tristeza que traía a mi memoria sensaciones olvidadas y de las que es mejor no hablar.

En estas ocupaciones y en otras discusiones adobadas por el alcohol se gastó un día al final del cual ya había olvidado yo el motivo de mi viaje a estas tierras.

Las 3 porciones del misterioso pero apetitoso brebaje aunado a las interminables libaciones de Agua de Fuego cobraron su deuda al finalizar la tarde y me llevaron a pasar un par de malos ratos en una fría y fétida letrina que se hallaba en el fondo del solar trasero de la posada.

Mi único consuelo es que encontré compañía para esta trágica diligencia en un libro ilustrado que se encontraba colgado de una puntilla en la puerta del retrete. Narraba las peripecias y tribulaciones de un exótico hombre-pájaro en alguna ciudad en las montañas del sur. Algún día indagaré más sobre las aventuras de este humildísimo y valiente héroe.

Este día avancé poco en la búsqueda del mentado quiromante pero descubrí que me puedo ganar la confianza de los locales y alcance a avistar la bondad de sus corazones transparentes y abiertos.

Daniel Barragán

Wednesday, October 17, 2007

DIA 1 – Viaje a Colombia

No vale la pena hablar sobre las montañas brumosas y la llovizna pertinaz que presencié al llegar a la ciudad extraña el 4 de Octubre pues otros viajeros lo han hecho ya con profusión.

En el atafago de las colas al desembarcar en el puerto una prevención mal fundada me hacía temer por la pérdida de mi equipaje, en particular por los instrumentos científicos y las muestras de minerales exóticos que traía. Vine desde unas tierras lejanas (de las cuales no soy hijo) buscando al legendario lector e intérprete de los símbolos estelares quien habría de esclarecer para siempre el camino a seguir en lo que me quedaba de existencia y a descubrir el sentido de algunos pasajes de mi vida algo oscuros.

Confieso que me atraía también la poco probada leyenda de las aguas medicinales que algunas fuentes dicen, detienen de manera parcial el paso del tiempo y que al parecer se alimentan de las aguas de un río proveniente de la llanura elísea.

Recuperadas mis maletas mi primer afán fue conseguir un medio de transporte asequible y adaptado a las agrestes condiciones geográficas que las antiguas guías de viaje mencionaban. No me fue difícil encontrar los mercaderes de cabalgaduras y me decidí por una inverosímil montura híbrida que me recordaba a un camello y que los locales llaman Hiamas. Su temperamento feral e independiente y una gran nobleza me hicieron pensar en mi vieja amiga Alfonsina y asi la bauticé.

Ya cayendo la noche emprendimos Alfonsina y yo la marcha por entre los caminos congestionados que conducían hasta el corazón de la parte antigua de la ciudad. Un par de horas después encontramos una pintoresca posada de la cual hablaré mañana pero no me puedo despedir hoy sin mencionar algo que desarrollaré en notas posteriores y es el impacto que produjeron en mi la belleza y el carácter fuerte de todas las mujeres que encontré en las primeras horas de camino.

Daniel Barragán

Tuesday, October 02, 2007

Colombia del 4 al 16 de Octubre

Visitar la mama, los hermanos y las sobrinos nacidas recientemente, conocer una docena de pelados que han llegado al mundo felicitar a sus padres pues nunca había conocido niños tan queridos y despiertos, ir a empanadas de la 59 (al original abajito de la séptima) y atragantarme con el ají boyacense y 5 empanadas de carne y 1 de queso, jugar y perder en Playstation con Benjamín –sobrino-, constatar como ya no pertenezco tanto, subir a Trasmilenio y decir "me siento como en Europa" hasta cuando una niña me venga a ofrecer el esfero que la Compañía Parker de Colombia ha sacado como un homenaje a sus 100 años en el país 2 en $800 para mayor economía 3 en $1000, opinar sin saber de política local pensando en darle mi voto al que sea con tal de que no se suban los godos de nuevo, ir a rumbear con los pocos amigos que aun salen a parrandear y despertame con un guayabo maldito que solo la mezcla de Aguardiente Néctar sello azul mezclado con güisqui sello Rojo producen y sentirme ya no a la altura de la rumba inacabable, no entender los dichos de la novela de moda, ir a Charlies con Lili y pedir el campeonisimo salsa de BBQ ahumada con tocineta, quejarme del tráfico y echarle madres a los taxistas, ir a Sanandresito y constatar que me tumbaron en Montreal con los tenis Puma que acabo de comprar, hacerme a 2 CDs piratas llamados ”Merenmambotón” y ”clásicos de La Fonda”, ir a la plaza de Bolívar y saludar de manera condescendiente al man que hizo la caminata desde Nariño y suspirar pensando “no hay como la Candelaria”, ver que nada cambia y al tiempo asentir con la gente cuando dicen que las cosas van mejor.

Nota: la foto es chalequeada de Google