Monday, December 25, 2006

BASURA VIRTUAL

Es una mala racha, creo que se trata de eso.

Estoy sin trabajo desde hace tres meses. Ayer fui solo a cine y en la entrada del teatro me encontré a mi exnovia cogida de la mano con el intelectual prestigioso del que me habían hablado. Anoche dejé la puerta de atrás abierta y me acabo de dar cuenta que se escapó el condenado gato otra vez.

Me siento frente al computador y encuentro en mi correo electrónico este mensaje, el único que me ha llegado en los últimos tres días:

“La vida en verdad es eso que tu decides hacer con ella.

Tú eres el arquitecto de tu propia vida.

¡La vida puede ser tan buena como tu voluntad lo desee!”

Amigas y amigos, usuarios en general del correo electrónico:

A partir de hoy no quiero ver más fotos de cachorros llorosos o de gaticos jugando con bolas de lana entre un canasto mientras titilantes letras amarillas me recuerdan que “Hoy es el primer día del resto de tu vida”.

No quiero volver a ver las presentaciones con los espantosos paisajes de atardeceres morados y gaviotas surcando el horizonte. Cuando leo historias moralizantes en las cuales un pajarito enfermo que se han encontrado en la calle les ha enseñado los secretos de la felicidad me dan ganas de vomitar.

No me envíen más mensajes reconfortantes, no quiero volver a recibir por correo cadenas de la alegría y de la buena suerte. No quiero que me recuerden que tengo que llamar a mi madre hoy para decirle cuanto la quiero. Yo no me he metido con su madre, por favor respeten la mía.

No se en que momento fatídico estos mensajes saltaron de los afiches colgados en las salas de espera de los odontólogos al ciberespacio, infectándolo como una plaga. Lo absurdo de éstos es que por lo general me los envían personas que no considero propiamente amigas. Es el caso de Patricia, a quien no veo desde que me gradué del colegio. Nunca simpatizamos y de hecho la imagen que conservo de ella es la de su desprecio hacia mí. Nos tenemos nada en común, sin embargo cada seis meses de manera extraña me envía a mí y a otro grupo de desdichados una retahíla de mensajes empalagosos de optimismo que harían sonrojar a Richard Bach. A ella debemos esta joya:

“!El secreto del éxito es la constancia, si quieres que tus sueños se cumplan debes despertarlos!”

El texto esta superpuesto sobre una foto en blanco y negro. En ésta se ve a un niño vestido de vaquero halando un caballo blanco bajo un sendero cubierto de árboles y el cielo lo adorna un inexplicable arco iris.

Patricia, me da pena decepcionarla pero me siento en la obligación de decirle que en realidad la mayoría de la gente nunca alcanzará a ser eso que ha soñado. El mundo está compuesto por fracasados como usted y como yo. La vida en algunas ocasiones puede ser dura e injusta y no veo como un niño con botas texanas pueda cambiar eso.

Patricia, señoras y señores, no insistan.

Por favor no sigan asfixiándonos con los inútiles pasquines que hablan de túneles de luz y de pequeños milagros. Elimínenme de la lista de las diez personas que ustedes más quieren, no he hecho nada para estar ahí. Déjenme tomar la vida como venga y listo. Algunos días amaneceré de mal genio, déjenme tranquilo, algún motivo tendré. Otro día estaré de mejor humor.

Exijo que respeten mi tiempo libre y les quiero pedir un último favor:

¡No me tuteen maldita sea que ni siquiera nos conocemos!

Daniel Barragán

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