DIA 4 – Viaje a Colombia
Hoy como encontré a Alfonsina bastante desanimada y aun bajo el impacto del combate de ayer, decidí salir a hacer mis correrías usando los medios de transporte, lo confieso algo miedosos, que los locales suelen usar.
El capitán del navío me recibió no sin grosería y después de equivocarme dos veces en la paga me dejó al fin abordar. Me instalé en la parte trasera desde podía observar de manera privilegiada el espectáculo de la ciudad ajena moviéndose por entre las ventanas. En medio de la ensoñación que me producían el zumbido de la máquina y ciertos vapores de queroseno un grito me devolvió a la realidad y noté a una graciosa niña que de manera furtiva se había encaramado a la nave en movimiento.
Anunciaba a todos los pasajeros y con todo el vigor que su joven voz le permitía, un trato en el que habrían de cambiarse algunas monedas por un delicado paquete que parecía contener un caramelo. Me hice a uno de ellos y examiné con detalle la fina empaquetadura. Cierto olor me hizo pensar que tendría propiedades mágicas y lo guardé para disfrutarlo al caer la noche en la seguridad de la posada:
Algo logré hoy en mi búsqueda, un comerciante de pájaros que encontré en un apeadero me dio los primeros indicios de Eos. Me tocó comprar uno de los pobres avechuchos (al que le di libertad de manera inmediata) para que soltara la información pero obtuve lo que quería.
Daniel Barragán
1 comment:
Afortunado tu con todos esos medios de transporte primero Alfonsina y ahora a Silvina (creo que hubo una pequena confusion) y si no me prestas a una.
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