Saturday, May 03, 2008

Mi primer muñeco de nieve, un homenaje postmoderno a la llegada de la primavera. Calvin se sentiría orgulloso de mí:

Lo complicado del invierno en Canadá no son los días de temperaturas extremas ( por ejemplo -32C o -50C contando el factor de viento en febrero de este año en Edmonton) sino que se alarga y se alarga acabando con el optimismo de los más verracos. Para mediados de Abril el encanto de la nieve en los árboles, del ski y de la patinada en lagos congelados se ha perdido de manera irrevocable y solo suspiramos esperando los días en los que se empieza a derretir la nieve.

Al final de casi 6 meses se siente una sensación de agotamiento y de derrota por tener que palear la maldita nieve una vez más o tener que manejar a oscuras en autopistas congeladas y resbalosas.

La llegada de la primavera nos arregla el mal genio a todos y cuando después de meses de mal clima sale el sol, nos asomamos de nuevo a la calle y nos miramos como si fuéramos supervivientes de alguna catástrofe.

En los primeros días de la primavera se respira un aire lleno de positivismo y hasta los vecinos antipáticos nos saludan mientras cumplimos con el ritual de la limpieza del jardín.

Para celebrar me acabo de comprar una bicicleta todo terreno rebacana a la que pienso sacarle el jugo todo el verano. La única bici que tuve antes de ésta era una ranga de bicicleta de carreras que alguien había dejado abandonada en el jardín de mi casa en Montreal.

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