Algunos días después, aprenderé a extrañar el olor a pescado frito y la sonrisa tímida pero sincera y llena de buenas intenciones de mis compañeras y compañeros de casa.
Menos mal solo tuve que pasar ahí una semana y ya estoy instalado (cuando vengo a la ciudad) en un sitio más bacano que está a la orden para los amigos que se atrevan a llegar hasta esta lejanía.
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