Arte Malo
La situación es conocida: el niño se ha ganado un concurso de pintura a los 6 años, sus padres emocionados se dedicarán de ahí en adelante a promover con intensidad ese indudable y natural talento para con el Arte. Las adulaciones lo terminarán empujando, llegada la mayoría de edad, a escoger el estudio de Bellas Artes en alguna Universidad.
Al llegar a las aulas notará que esa mínima habilidad manual no se traduce en nada valioso pues no tendrá nada que expresar. Gastará los primeros años de su vida adulta acosando a los jurados de los concursos de arte y quejándose de la incomprensión del vulgo. Tendrá siempre a la mano un discurso que ocultará su falta de talento bajo el manto de la conceptualizacion.
Terminará sus días viviendo de los pocos pesos dejados por la venta de pinturas a familiares y amigos y haciéndose cargo de la parte “creativa” de una triste revista de autopartes.
A los jóvenes padres que comienzan a promover el lado creativo de sus infantes les recomiendo que a menos que los pelados tenga el talento infantil de Mozart o de Rimbaud no los fuercen a ser “artistas”. Las cosas tienden a encontrar su camino natural, no los condenen a una vida de derrotas y humillaciones.
Estoy seguro que si García Márquez hubiera caído en las redes de alguna de las fastidiosas facultades de Literatura y Letras no hubiéramos gozado con la bacanería del coronel Aureliano Buendía.
No permitan que otro pintor fracasado llene las paredes de los restaurantes con los trágicos paisajes o dios no lo quiera, con las mareadoras obras abstractas. Ya tenemos en Colombia demasiados grupos de actores frustrados paseando su miseria en los innumerables grupos de teatro callejero que invaden las plazoletas cuando sale el sol (desdichados ellos que malinterpretaron el concepto del teatro pobre de Grotowski). O que decir de los cientos de inútiles graduados de Cine que ventilan su frustración tras de opacos cubículos en las agencias de publicidad.
Nada es más patético que los intentos del artista fracasado.
La mediocridad en la mayoría de profesiones es la norma y de hecho es casi aconsejable. En mi área de trabajo los ingenieros tratan de pasar la vida agachados y sin hacerse notar para no ser culpados de ningún desastre mayor. En el caso de los artistas malos la mediocridad es penosa, cómica y de alguna manera inaceptable. El arte malo no puede existir o por lo menos debemos minimizar su nefasta propagación.
Los campeones del Museum of Bad Art (MOBA o Museo de Arte Malo) me han inspirado a comenzar mi propia colección de pinturas mediocres. Cuando la pintura de este niño que se balancea sea desechada por la cafetería de la esquina y la regalen por $10 dólares ocupará un lugar de honor en el sótano de mi casa.
Daniel Barragán
(1) Lucy In the Field With Flowers, obra liminar del MOBA
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