Este video clásico me recuerda mis desastrados intentos por emular a Bruce Lee cuando vivía en Montreal y me inscribí en un curso de Kung-Fu.
El maestro era un Chino-Canadiense, el honorable Mr. Sui Meing Wong, para quien los rituales del Kung Fu no eran ninguna broma. El primer día asistí como espectador a una de las clases y mientras los alumnos cumplían con los minutos iniciales de meditación me dediqué a leer un periódico que llevaba. Al terminar la tanda el maestro se levantó y se dirigió hacia donde yo estaba sentado visiblemente molesto y me interpeló:
-Lo que usted ha hecho es un irrespeto, lo invité a mi casa y usted se dedica a leer frente a su huésped, me siento insultado.
Más intimidado que convencido terminé matriculado para 1 mes de clases que comenzaron al día siguiente.
Estas se llevaban a cabo en un loft en un tercer piso sobre el cual el sol de verano se encarnizaba de manera irredenta. Con una temperatura que llega sin problemas a 35C, el calor húmedo de Montreal en verano hace parecer el clima de Melgar como el de un páramo. Nuestro único consuelo en los descansos entre las 2 diabólicas horas de clase eran las escasas tazas de te caliente que Sui Meing ofrecía.
Las lecciones arrancaban todos los días con 10 minutos de meditación en los cuales yo me empeñaba por limpiar la mente de imágenes para contemplar el supuesto Chi. Creo que el Chi es una especie de rayo energético que uno debe ver o sentir al meditar pero lo único que se cruzaba por mi cabeza durante los soporíferos 10 minutos eran las imágenes inolvidables de Margarita Rosa de Francisco en “Sueños de 1990”.
En el ejercicio que más recuerdo nos tocaba sostenernos de pie con las rodillas flexionadas, las manos estiradas y las palmas hacia arriba y aguantar, aguantar y aguantar más. Era solo eso, se trataba de aguantar el mayor tiempo posible para fortalecer los músculos de las piernas, la voluntad y nuestro patético espíritu de sacrificio.
¿No me jodan, yo estoy pagando para esto? Me preguntaba yo una docena de veces por hora mientras el maestro gritaba las instrucciones en chino y en francés.
Un dia cuando me encontraba husmeando las armas colgadas en un muro me dijo con firmeza y en un tono desafiante:
-¿Usted esta consciente de que tocar las armas de un Kung Fu Master es desafiarlo a un duelo?
Ante semejante reto llegué a pensar que podría hacerle frente haciendo uso de mis raíces chibchombianas aptas para la violencia (1). Además siempre he sospechado que los Colombianos tenemos un talento innato para el uso del machete ya que este ha sido el arma predilecta de todas nuestras Violencias. Pudo más su mirada penetrante y volví derrotado a la rutina de ejercicios infernales.
Despues de solo 1 mes de lecciones decidí abandonar las clases. La idea de las artes marciales es acceder a estados mentales y físicos superiores por medio del sufrimiento. Mi falta de disciplina y mi creencia firme de que se pueden aprender cosas por otros medios diferentes al dolor iban definitivamente en contra de la vision de Sui Meing.
(1) “Antropólogos y sociólogos han suministrado un numero de razones científicas para explicar la ferocidad de los pueblos de las montañas a través de la historia y los Colombianos no son la excepción”
Red Machete. Communist Infiltration in the Americas. John Donovan. 1963
1 comment:
Jajajajajajajajajaaaa... Me has hecho matar de la risa, en especial porque mi Sensee aunque era estricto, no nos cargaba de dolor físico y mental como este maestro de Kung Fu que al parecer se kungfundió en el camino... jajajajajajajaa... Que pena que te haya alejado de las artes marciales, no todas son lo mismo y definitivamente no todos son iguales....
Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajaajaa.. (eso por margarita)
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