Vainas de la nostalgia por el país.
1. Se recomienda que los elementos frágiles (copas, vajillas, porcelanas de elefantes sicodélicos o picarescos payasos jugando póquer) sean retirados de las zonas de circulación. Será mandatoria la utilización de platos de plástico así como de los tradicionales vasos de mermelada reutilizables, aptos para el maltrato que los alicorados asistentes les puedan dar.
2. Las odas al mal gusto que son el camino de la vida, como agua caliente, o nadie es eterno en el mundo no son filosofía, ni poesía, ni arte, son arrítmica basura sentimentaloide. El uso de canciones de nuestra mal llamada “cultura popular” aunado al consumo excesivo de bebidas embriagantes puede traer recuerdos que la memoria ha sepultado para bien. Se suspende por lo tanto la utilización de guitarras, maracas y cucharas de palo a los cuales se les pretenda sacar sonidos lejanamente musicales.
3. Los pasodobles o las fatales canciones que las tunas entonan para solaz de las tías y que por lo general vienen en tandas que nunca son menores a 25 minutos no son música, en realidad son un recuerdo amargo de la miseria de la condición humana. Quien haya visto a algún veterano embriagado emprendiendo con soltura estos pasos de baile (que de manera lejana y vulgar nos recuerdan los pases del tango) entenderá porque el ser humano está condenado para siempre.
4. Queda terminantemente PROHIBIDO llevar a las reuniones donde se consuma alcohol en cantidades babilónicas cualquier tipo de cámara fotográfica, de video o cualquier adminículo que registre las imágenes bochornosas que suelen presentarse en estas veladas. El mal manejo de estas imágenes puede ir en detrimento de alguna promisoria carrera política o peor aun, dar al traste con la imagen de pulcritud que con esfuerzo se ha logrado dar a nuestras alejadas familias en Colombia
5. Los temas confidenciales de lejanas y acaso oscuras relaciones románticas que los vapores del alcohol hayan resucitado deben ser manejados con suma discreción en los días subsiguientes a la reunión.
6. Por favor, nada es más descorazonante que bailar música guapachosa al sonido de un radio. Nada puede amargar más un buen vallenato que el grito destemplado de “oooolimpica essssstereo!!!!” O la música proviene de discos completos (vinilos o CDs, los obsoletos casetes están vetados) o no se baila. La única circunstancia bajo la cual está permitido acudir al radio será para la celebración de año nuevo. Aunque patético, el conteo de alguna manera alegra ese momento aciago en el cual algún familiar nos obliga a atragantarnos con las uvas y la champaña barata y es preferible que escuchar la letanía de promesas a incumplir al año siguiente.
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